La medicina, ya desde el siglo pasado ha desbordado
su campo de ejercicio tradicional para introducirse como una práctica social en
múltiples facetas, la industria farmacéutica es conocedora de este poder y lo
utiliza en su propio beneficio para dirigirse a clientes potenciales, incitando
a consumir medicamentos. La salud y la enfermedad se están convirtiendo en un
rentable negocio.
La publicidad directa al
consumidor tiene un enorme impacto sobre la demanda de los pacientes y la
prescripción de los médicos. Una investigación realizada por la Food
and Drug Administration de los Estados Unidos reveló que la mayoría de los
médicos se sienten presionados cuando el paciente solicita una determinada marca
de medicamento, que suele coincidir con medicamentos con
publicidad hecha al gran público. Además, la
desinformación de la prensa médica resulta preocupante, el 40% de los artículos
publicados carece de datos sobre los efectos de los medicamentos, según un trabajo realizado por la Harvard Medical School en el año
2000.
No hay medio de comunicación que no incluya diversas
formas de publicidad y promoción de numerosas especialidades farmacéuticas.
Particularmente en la poderosa y omnipresente televisión podemos observar
anuncios de diversas especialidades farmacéuticas, como analgésicos,
antigripales, antitusivos, fungicidas, adelgazantes, anticelulíticos,
antihistamínicos, antiácidos, y un largo etc.,
A todo esto hay que añadir la desinformación sobre estos productos a los
que se les está haciendo publicidad donde la mayoría de las veces no aparece publicado
sus efectos adversos, o como mucho un consulte a su farmacéutico…Con la llegada
de internet la forma de llegar a sus clientes es más activa y más difícil de
controlar. La publicidad de medicamentos
ha trascendido los sitios web creados exclusivamente para anunciar determinados
productos y circulan por las redes sociales y correos electrónicos sin
necesidad de que los busquemos.
¿Los poderes públicos son capaces de controlar la información que los laboratorios proporcionan al público? La realidad muestra que los códigos de buena conducta y las normativas de las administraciones sobre el tema caen muchas veces en letra muerta, sólo hay que fijarse en la publicidad de la televisión y no menos en los programas de radio o en la red, ya que siempre habrá una manera de burlar ese código. Un estudio de la Gouvernment Accountability Office (GAO) señala que la Food and Drug Administration no puede controlar de forma eficaz la publicidad de los medicamentos dirigidos al público. Los medicamentos, a diferencia de otros bienes de consumo, tienen relación directa con la salud y la vida de las personas y deben promocionarse en condiciones de estricto rigor científico y ético. En este sentido la industria farmacéutica debe realizar un esfuerzo para mejorar los documentos de información antes de lanzarse a la comunicación directa al ciudadano. Las autoridades deben dar prioridad al establecimiento de un marco normativo para regular mejor la promoción de los medicamentos así como controlar y evaluar la calidad de la información que difunden las publicidades de medicamentos, otros productos farmacéuticos y afines.
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