Desde inicios del siglo XX tanto
el embarazo como
el parto han sido objeto de la medicalización. Tal como señala Amy Mullin,
la medicalización del embarazo “se relaciona a interpretar el embarazo en sí
mismo como una brecha en la salud que necesariamente requiere la intervención
médica experta”. Tanto el embarazo como el parto se ve inmerso en un proceso
médico continúo, discurre entre camillas, monitores, pruebas diagnósticas, personal
sanitario, medicamentos, etc. Todo esto lleva a deshumanizar un proceso natural
como es el nacimiento. Este proceso se ha desarrollado no tanto como respuesta
a hechos biológicos, sino más bien como respuesta a un proceso social e
institucional.
No debemos confundirnos, el
progreso de la medicina ha logrado que la cifra de muertes maternas y fetales disminuya
notablemente. El problema surge cuando se realizan intervenciones que no han
probado ser beneficiosas o que, incluso, producen efectos adversos. Medidas como
el monitoreo constante del feto, el uso de enemas o la depilación, no han
probado ser beneficiosas en todos los casos, y otros procedimientos, como la episiotomía,
están asociado a mayores complicaciones (como desgarros de tercer y cuarto
grado, o infecciones). Muchos de estos procedimientos sólo deben utilizarse en
casos específicos y no de forma generalizada.
Otro ejemplo típico de la
medicalización del parto fue la extensión del parto en la camilla, con la mujer
echada boca arriba. Muchos estudios han probado que esta no es una posición
beneficiosa, y a pesar de que se está promoviendo los partos en posiciones más
naturales (en cuclillas o sentadas), todavía son muchos los centros médicos
donde la única posibilidad es el parto en cama.
Como parte de este proceso de
medicalización del parto, observamos una alta tasa de cesáreas, que en países
como China es superior al 45%, a pesar de que la Organización Mundial de la Salud recomienda que la tasa de cesáreas
no sea superior al 15%. En España la tasa de cesáreas ha ido en aumento en la
última década, específicamente en el año 2009 era 22%.
Como respuesta a este proceso, cada
vez son más las madres que quieren un parto natural, en el cuál puedan elegir
la postura del parto, el lugar donde se realiza y si quieren anestesia
epidural. En este sentido en España el ministerio de lugar ha desarrollado la Estrategia
de atención al parto normal en el año 2007, sin embargo su implementación
es muy lenta y en el año 2011 la tasa de cesáreas continuaba siendo alta. La
idea es guiar a la mujer para que tenga el mejor parto posible. El parto
debería realizarse de forma natural, pero asegurando el acceso a cuidados
médicos en los casos que sea necesario.
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