sábado, 16 de marzo de 2013

¿Primum non nocere?


Desde su descubrimiento, en los años ’30, los antibióticos han ido ganando de manera exponencial la confianza ciega tanto de los pacientes cómo de los médicos. Sin embargo, una alerta se está difundiendo entre los últimos, y algunos de los primeros, sobre los riesgos, ya muy poco teóricos, del abuso de este avance médico que marcó el siglo pasado. Las muertes debidas a bacterias resistentes a los antibióticos han alcanzado los triples dígitos al año (100,000 en EEUU, 80,000 en China, y 25,000 en Europa), así cómo ha crecido de manera impresionante el coste para los sistemas sanitarios de enfrentar dichas cepas bacterianas (estimado en US$21-34 billones en EEUU, y 0.4-1.6% de PIB en otros países).
La resistencia de las bacterias a los antibióticos se desarrolla principalmente debido a tres factores: la sobreutilización y mala-utilización de los antibióticos, y la non-adherencia a los regímenes de cura con antibióticos. Mientras este último es principalmente atribuible a la irresponsabilidad de los pacientes (aún que seguramente también juegan un papel en este fenómeno la falta de acceso económico o físico a dichos medicamentos, así como quizás un fallo por parte de los médicos en explicar a los pacientes los riesgos de no cumplir con los ciclos de antibióticos), los primeros dos están bajo la influencia más directa de los clínicos. Por un lado hay la sobre- y mala utilización en sistemas donde los antibióticos se venden sin necesidad de prescripción, como en India, que con frecuencia es el resultado de una auto-medicaciónmal-informada; por el otro, médicos presionados por los pacientes, o incentivados por los hospitales y las farmacéuticas, a prescribir antibióticos de manera inadecuada. Una encuesta pan-Europea, publicada en 2012 por la revista Antimicrobial Resistance and Infection Control, encontró que más del 50% de los franceses encuestados exigían antibióticos para curar síntomas de influencia, así como un estudio publicado el mismo año en el  International Journal of Antimicrobial Agents encontró que el 98% de los pacientes en un hospital pediátrico de Pekín eran tratados con antibióticos para la gripe.

Lamentablemente, la tasa de descubrimiento de nuevos antibióticos dista mucho de la velocidad con la cual se están desarrollando cepas de bacterias resistentes a los antibióticos. De hecho, resulta que no se han descubierto nuevas clases de antibióticos desde 1987, siendo los “nuevos” desarrollados a raíz de descubrimientos de hace décadas. La significativamente mayor prevalencia de las enfermedades crónicas, junto al uso continuo de medicamentos que requieren, hace estas mucho más atractivas como ámbito de investigación científica para la industria farmacéutica. Mientras tanto, advierte la Directora-General de la OMS, Dr. Margaret Chan, hay bacterias letales contra las cuales no funcionan los antibióticos existentes más potentes, y que tienen tasas de mortalidad de hasta el 50%, y ninguna investigación en proceso para desarrollar un medicamento para luchar contra ellas.
¿Qué se puede hacer para prevenir la llegada de la era post-antibióticos? Pues la mayoría advoca por un control mucho más estricto de la utilización de los antibióticos, aún que no queda muy clara la efectividad de este tipo demedidas. Sin embargo, hay algunos ‘anticonformistas’ que proponen el utilizo de bacteriófagos, virus que atacan únicamente a las bacterias, actualmente utilizados con éxito en el este de Europa, pero que siguen sin ser aceptados en el ‘Occidente’. ¡Que se abra el debate! 

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