Entre la salud y la enfermedad hay una gran
cantidad de entidades que presentan límites no totalmente precisos que se
desarrollan en una sociedad donde las etapas y dificultades de la vida y lo
social tienden a ser medicalizados. Es una especie de tierra de nadie donde se existen una serie de entidades con
criterios poco científicos, que finalmente han terminado siendo consideradas
afecciones serias y necesitando un tratamiento que generalmente es un
medicamento.
A medida que evoluciona la medicina, los límites de
ciertas enfermedades han sido modificados, y a medida que avanza el
conocimiento científico estos límites seguirán siendo alterados. Sin embargo el
fenómeno de la medicalización no es motivado por el conocimiento científico
puramente, sino que de forma muy importante está empujado por motivos
económicos cuya finalidad última es la ampliación del mercado del medicamento
por la industria farmacéutica y la
utilización de métodos no científicos para crear nuevas patologías lo que puede
poner en peligro el prestigio de la medicina como ciencia.
Los límites entre salud y enfermedad, paciente y consumidor, están siendo modificados en beneficio de
intereses contrarios a la salud pública, dando lugar a la aparición de ciertas
enfermedades cuyos medicamentos anteceden a la dolencia, es decir el
medicamento crea la necesidad de la enfermedad.
El incremento
exponencial de patologías y síndromes hace pensar en este hecho. El DSM (Manual
Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales), considerado la biblia de la psiquiatría está a punto de sacar a la
luz su quinta edición, y está rodeándose de una gran polémica ya que en él se han
aumentado el número de trastornos mentales que antes no eran considerados como
tales, lo que supone una “amenaza con poblar al planeta” de enfermos psíquicos,
en el futuro habrá que curar entonces a
los “normales”. El DSM-V podría aumentar de
forma drástica la tasa de trastornos mentales ya que son considerados nuevos
diagnósticos que podrían ser extremadamente comunes en la población general, y
también disminuye el umbral para muchos desórdenes existentes como es el
“Trastorno por atracones”, de forma que las personas que según define el DSM-V se den un atracón una vez a la semana durante
tres meses podrían de pronto padecer un trastorno mental, estando indicada
medicación de dudosa eficacia. Allen Frances, exjefe del grupo de tareas de la
DSM-IV, ha ofrecido algunas nociones
sobre estas “supuestas enfermedades mentales”, en concreto sobre el “Trastorno
Cognitivo Menor”, que suele afectar a personas mayores de 50 años con disminuciones
cognitivas, algo por otro lado bastante frecuente en este grupo de edad, lo
cual supondrá medicalizar con tratamientos innecesarios y costosos a una gran
parte de la población.
Pero el consumo sanitario no es inocuo, por lo que
sólo es razonable exponerse al riesgo de efectos indeseables cuando el
potencial beneficio vale la pena, por
eso es necesario informar a los pacientes ya que el paciente no podrá tomar una
decisión justa y eficaz si no ha
recibido información adecuada y necesaria, en nuestra mano intentar lograr este
objetivo.
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