jueves, 4 de abril de 2013

“Existe el enfermo, no la enfermedad”

Breve introducción a la Homeopatía y las Flores de Bach


El fin del máster se acerca, y creo que ya es tiempo de desvelar a mis compañeros de curso, muchos de ellos médicos ‘ortodoxos’, mi inclinación hacía la medicina ‘alternativa’. Mientras, he aprovechado de esta ocasión para yo misma aprender sobre dos disciplinas según las cuales he vivido mi vida sin nunca cuestionarlas, simplemente por qué así me criaron mis padres, y para mí siempre han funcionado.
Al buscar información sobre ellas en internet tengo que admitir que me quedé bastante decepcionada, ya que toda la información que encontré era muy poco desarrollada y extremadamente sesgada, tanto en contra como a favor. Así que no tuve otra opción que buscar en las fuentes de conocimientos pre-internet: los libros.
Mi búsqueda fue exitosa al encontrar libros (por supuesto, ¡en la biblioteca de mis padres!) que describen los orígenes de estas dos corrientes, concentrándose particularmente en sus creadores: Christian Friederich Samuel Hanhemann (1755-1843), padre de la homeopatía, y Edward Bach (1886-1936), creador de los homónimos remedios floreales.
Estos dos hombres fueron verdaderos revolucionarios en sus tiempos y en su ciencia: los dos estudiaron y practicaron la medicina ortodoxa, llegando a conocerla a fondo, bajo mucho aspectos más a fondo de sus colegas. Hanheman fue odiado por los farmacéuticos, quienes sintieron su poder amenazado por un doctor determinado a conocer exactamente el contenido de las medicinas que prescribía a sus pacientes, una rareza en aquellos tiempos. Bach, en su tiempo reconocido como una autoridad en el campo de la microbiología, llegó a darse cuenta que la medicina ortodoxa se concentraba demasiado en la enfermedad, menospreciando el enfermo. Inspirado por Hanheman, y el axioma de la homeopatía: “Existe el enfermo, no la enfermedad”, se puso en búsqueda de la ‘verdadera’ medicina.
La observación, en su manera científica, en base a la cual estos dos hombres dedicaron el trabajo de sus vidas era en realidad muy simple: ¿por qué, a paridad de enfermedad y tratamiento, algunos enfermos reaccionan y otros se derrumban?
En realidad abordaron esta pregunta desde dos perspectivas diferentes: Hanheman identificaba las enfermedades cómo desequilibrios psico-biológicos; argumentaba que lo similar se cura con lo similar (“similia similibus curentur” – la mitad de la ley de la similitud desarrollada por Hipócrates, siendo la otra mitad “contraria contrariis curantur”). Según Hanheman, administrar pequeñas dosis de la misma cosa que causaría los síntomas de una enfermedad dada en un hombre sano, ayudaría el cuerpo (del enfermo) a reaccionar a las síntomas y auto-curarse, es decir a volver a encontrar el equilibrio. Por otra banda, Bach creía que la enfermedad fuese manifestación de trastornos psicológicos, y que lo que había que hacer era reforzar y re-equilibrar la psique para que desapareciera la enfermedad: con este fin desarrolló los remedios conocidos como Flores de Bach.
Sin embargo, ambos basaron su trabajo en la noción que cada individuo tiene una ‘fuerza vital’ única, y que el mejor diagnóstico se puede conseguir solamente considerando ‘como se siente’ el paciente; es decir, el aspecto psicológico e introspectivo es central a las dos disciplinas.
Hay que subrayar que ambas disciplinas son dirigidas principalmente a enfermedades y problemas de salud crónicos, y que ninguna de las dos busca suprimir la importancia de la medicina ‘ortodoxa’, especialmente en el tratamiento de las enfermedades agudas.
Aun así, dada la realidad epidemiológica de nuestros tiempos, con las significativas tasas de incidencia de enfermedades crónicas, tanto las ‘verdaderas’ como las recién ‘inventadas’, quizás habría que desarrollar un poco de tolerancia, y bastante más respeto, hacía estas dos ‘ciencias’. Lo mínimo que los escépticos podrían hacer es reconocer que si la introspección defendida por estas dos disciplinas fuera más común, fomentada y defendida, quizás no se estarían inventando tantas nuevas enfermedades, y la gente intentaría enfrentar sus problemas en vez que tamponarlos con pastillas multicolores.

2 comentarios:

  1. Perdona que te comente la entrada. Hasta el día de hoy ningún metaanálisis ha demostrado la eficacia de la homeopatía (parece haber algunos indicios que hablarían de un posible efecto beneficioso de las flores de Bach).
    Te recomiendo fervorosamente el libro Bad Science de Ben Goldacre que curiosamente comparte muchos de los puntos de vista de este blog.

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  2. ¡Muchas gracias por el comentario!
    De hecho llevé a cabo una búsqueda bibliográfica de meta-análisis sobre la eficacia de la homeopatía, encontrando el mismo resultado que mencionas. Se que es poco científico lo que voy a decir a continuación, pero como mencioné en el post, para mí y mis familiares la homeopatía siempre ha funcionado.
    Interesante que menciones Ben Goldacre, ya que en mi búsqueda de información en internet vi un vídeo en youtube donde se ríe de los remedios homeopáticos:
    http://www.youtube.com/watch?v=TZiLsFaEzog
    ¡Pero seguramente has despertado mi interés hacía su libro!

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