miércoles, 3 de abril de 2013

EN BUSCA DEL ELIXIR DE LA ETERNA JUVENTUD



El deseo de recuperar la vitalidad sexual y general y de prolongar la juventud  ha existido a lo largo de la historia de la humanidad. A finales del siglo XIX, Charles Brown-Séquard (médico francés, neurólogo y descubridor de las hormonas) se inyectó regularmente de forma subcutánea un extracto de testículos de animales. Tal elixir se hizo famoso, ya que Brown-Séquard le atribuyó poderes como aumentar la fortaleza  y aumentar la potencia sexual. Pronto se demostró que aquel elixir era simplemente un placebo, y se abandonó.

Más tarde, a principios del siglo XX,  como describen Juan Gervás y Mercedes Pérez en su libro “Sano y Salvo (y libre de intervenciones médicas innecesarias)”, se creyó que le eliminación de espermatozoides contribuía a enlentecer el envejecimiento y la vasectomía se impuso para prolongar la vitalidad, produciéndose en torno a los años veinte del siglo pasado una epidemia de vasectomías entre científicos que creían en estas hipótesis, entre los que se encontraba Sigmund Freud. Esta moda pasó cuando se demostró el fracaso de esta hipótesis.

La noción de andropausia aparece en los años 50, después de más de un siglo de la aparición del concepto de menopausia. Un informe de la Organización Mundial de la Salud publicado en 1999 define la andropausia  como una disminución de la testosterona en el curso del envejecimiento del hombre. Este envejecimiento se caracteriza por una reducción de la mayoría de las funciones  fisiológicas entre las que se encuentran las funciones endocrinas. En el hombre, la disminución de la función testicular es más progresiva, y la fertilidad persiste  hasta una edad muy avanzada. Por lo tanto, la andropausia como equivalente de la menopausia, no existe. 

Es importante señalar que el envejecimiento no se limita a una disminución de la función testicular, sino que sus síntomas tienen un origen multifactorial. Es imposible pretender que la disminución de la testosterona sea la causa de todos los males del envejecimiento masculino, así como considerar este fenómeno natural como un estado patológico y el paso previo para proponer una alternativa medicamentosa. Si seguimos este razonamiento, la andropausia, al igual que la menopausia, se transformaría en un estado patológico, negando la realidad del envejecimiento como un proceso fisiológico y explotando los aspectos culturales que tienen que ver con una entidad más bien sociocultural que biológica, y que no necesita tratamiento de sustitución hormonal. En los raros casos donde hay que proponer un tratamiento es necesario primero hacer un balance entre los efectos favorables y los riesgos potenciales especialmente los relacionados con la próstata. 




Se puede hacer prevención primaria respecto al envejecimiento y en lugar de medicalizar con terapia hormonal sustitutiva, disfrutar de la vida con optimismo, lo que da longevidad por sí mismo, y no intentar en transformar en patológico el proceso natural del envejecer.  Aquí os dejo este vídeo del atleta de 94 años Efraín Wachs, un ejemplo de cómo se puede ser joven en espíritu con esa edad. 







 








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