El deseo de recuperar la
vitalidad sexual y general y de prolongar la juventud ha
existido a lo largo de la historia de la humanidad. A finales del siglo XIX,
Charles Brown-Séquard (médico francés, neurólogo y descubridor de las
hormonas) se inyectó regularmente de forma subcutánea un extracto de testículos
de animales. Tal elixir se hizo famoso, ya que Brown-Séquard le atribuyó poderes
como aumentar la fortaleza y aumentar la
potencia sexual. Pronto se demostró que aquel elixir era simplemente un
placebo, y se abandonó.
Más tarde, a principios del siglo
XX, como describen Juan Gervás y
Mercedes Pérez en su libro “Sano y Salvo (y libre de intervenciones médicas
innecesarias)”, se creyó que le eliminación de espermatozoides contribuía a
enlentecer el envejecimiento y la vasectomía se impuso para prolongar la
vitalidad, produciéndose en torno a los años veinte del siglo pasado una
epidemia de vasectomías entre científicos que creían en estas hipótesis, entre
los que se encontraba Sigmund Freud. Esta moda pasó cuando se demostró el
fracaso de esta hipótesis.
La noción de
andropausia aparece en los años 50, después de más de un siglo de la aparición
del concepto de menopausia. Un informe de la Organización Mundial de la Salud publicado en 1999 define la andropausia como una disminución de la testosterona en el
curso del envejecimiento del hombre. Este envejecimiento se caracteriza por una
reducción de la mayoría de las funciones
fisiológicas entre las que se encuentran las funciones endocrinas.
En el hombre, la disminución de la función testicular es más progresiva, y la
fertilidad persiste hasta una edad muy
avanzada. Por lo tanto, la andropausia como equivalente
de la menopausia, no existe.
Es importante señalar que el envejecimiento no se limita a
una disminución de la función testicular, sino que sus síntomas tienen un
origen multifactorial. Es imposible pretender que la disminución de la testosterona
sea la causa de todos los males del envejecimiento masculino, así como considerar
este fenómeno natural como un estado patológico y el paso previo para proponer
una alternativa medicamentosa. Si seguimos este razonamiento, la andropausia,
al igual que la menopausia, se transformaría en un estado patológico, negando
la realidad del envejecimiento como un proceso fisiológico y explotando los
aspectos culturales que tienen que ver con una entidad más bien sociocultural
que biológica, y que no necesita tratamiento de sustitución hormonal. En los raros casos donde hay que proponer un tratamiento es
necesario primero hacer un balance entre los efectos favorables y los riesgos
potenciales especialmente los relacionados con la próstata.
Se puede hacer prevención primaria respecto al
envejecimiento y en lugar de medicalizar con terapia hormonal sustitutiva, disfrutar de
la vida con optimismo, lo que da longevidad por sí mismo, y no intentar en transformar
en patológico el proceso natural del envejecer. Aquí os dejo este vídeo del atleta de 94 años Efraín Wachs, un ejemplo de cómo se puede ser joven en espíritu con esa edad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario